jueves, 30 de septiembre de 2010

LA GENERACIÓN CHOP SUEY

Mis queridos amigos Vagabundos, no quisiera empezar este artículo (o intento, seguramente fallido, de artículo) sin antes presentarles las debidas disculpas por la sequía de madrazos que se ha apoderado de mí últimamente: hace casi tres semanas no les comparto ninguna de mis resentidas diatribas a la vida, a la política, a los contraculturales, etc. Las musas pornomiserables no habían vuelto a mí; esas guarichas que habitan el Mundo Vagabundo se rehusaban a ultrajarme de nuevo; esas zarrapastrosas que me quitan el sueño se negaban a visitarme; mis amadas zorras aguardienteras me habían abandonado… Pero han vuelto, recargadas, más arrastradas que nunca y con mucho que hijueputiar.
Ahora sí, para entrar en materia: ¡nos tumbaron! ¡Pero no fue un inofensivo hurto, fue atraco a mano armada! Desde hace un tiempo he venido reflexionando sobre nuestra generación, o por lo menos, mi generación (no es comercial de La FM, por más que lo parezca), esa generación que va aproximadamente desde 1988 hasta 1993, y sobre cómo nos negaron vilmente el derecho a tener ídolos, modelo a seguir, tumbalocas, como lo quieran llamar. Nosotros, a duras penas tuvimos a Britney Spears y a Daddy Yankey.
Pero obviamente no me refiero a la totalidad de los infelices que nacimos en estos cinco años, ya que la mitad de nuestra generación está compuesta por guarichos reggaetoneros, emos, floggers, y nuestros “contraculturales” (¿cómo olvidarlos?). Me refiero a todos aquéllos que nos negamos a entregarnos a esas noches de perreo intenso a poca luz y contra la pared; a los que nunca pudimos farrear hasta tarde porque no aguantábamos más de media cerveza; a los que bailamos peor que el Mono Jojoy; a los que por dificultades fonoaudiológicas nunca pudimos rapear; pero sobre todo, SOBRE TODO, a aquéllos que fuimos tan pelimalditos que nunca pudimos ser emos. Eso, ríanse; ustedes saben que si están leyendo este blog es porque también les pasó.
A nosotros nunca se nos reconoció el derecho divino de tener una figura a la cual imitar; un rol model que personificara todos nuestros miedos y nuestras aspiraciones. Nosotros nunca tuvimos a nadie como The Who, The Beatles, Jimi Hendrix, Silvio Rodríguez, James Hetfield ochentero, ni siquiera a alguien como Kurt Cobain (que sin tener ni idea de lo que significa “tocar música”, movilizó a toda una generación). A nosotros, nos cabeciaron, nos negriaron, nos pasaron por la galleta, nos marraniaron… ¡nos tumbaron!
Pero no todo está perdido: en el momento más crítico de nuestra miserable esxistencia, entre los nueve y los trece años, en ese momento en el cual todo nos empezaba a crecer, nuestra cara se llenaba de pus y grasa, salían pelos donde nunca habían salido y nuestras narices se extasiaban con la chucha cebollera que provenía de nuestras axilas, llegaron unos extraños armenios-libaneses-americanos, con barbas largas en forma de trenza, profiriendo alaridos ensordecedores y rapeando de una forma totalmente ininteligible. Así es, llegó System of a Down y nos dio lo más parecido que tenemos a un himno: Chop Suey.
Blablablablablablablablablabla – yuguantu!!!
Ohhh ¿qué sería de nuestras vidas sin aquella oda a la confusión? ¿Cuán miserables serían nuestras existencias si estos esperpentos no hubiesen llegado a nosotros? A partir de esta magnífica creación (aunque no me crean NO ESTOY SIENDO SARCÁSTICO) todos nos dedicamos a insultar a la vida por negarnos lo que nos pertenecía por derecho y gritamos al Cielo “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Padre ¿por qué me has abandonado?”. Por esto, y en completo uso de mis facultades dictatoriales como escritor del blog, he decidido llamar a nuestra generación “La Generación Chop Suey”, porque al igual que el título de la canción, nadie sabe de dónde salimos y no tenemos nada que ver con nada.
Y así fue como vivimos, sumidos en la más terrible confusión, escuchando una que otra vez alguna canción de Korn o el éxito pasajero de Gorillaz, o simplemente acogiendo algún ídolo de alguna generación pasada (habilidad que aprehendimos con admirable facilidad); pero ninguno de nosotros puede negar que pretendió rapear el verso o tocar la batería de Chop Suey, después de todo, esa fue la canción que definió, para bien o para mal, nuestra insípida generación.
Pero todavía me queda una esperanza… la esperanza del resentido: saber que los que nacieron después del 93 están más jodidos que nosotros, porque por lo menos tuvimos una propuesta decente, ellos tienen a Justin Barbie, a Lady Gaga y a los Jonas Brothers. ¡Pobres criaturas, parece que el destino no se ensañó lo suficiente con nosotros y ahora les va tocar a ellos llevar del bulto!
Entonces querido amigo Vagabundo, si usted al igual que yo se siente tumbado; si usted al igual que yo cree que a Lucifer le dio pereza de mandarle a alguien que lo representara; si usted al igual que yo tiene la impresión de que lo dejaron abandonado; si usted al igual que yo cree que Chop Suey es la mejor canción que ha escuchado en su vida… no sé, haga lo que le dé la gana, pero siga leyendo MundoVagabundo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

MANUAL DE NORMAS TÉCNICAS PARA EL CONTRACULTURAL CONTEMPORÁNEO

Hace unos días unas muy queridas amigas mías me pidieron una entrevista para un trabajo sobre contracultura y underground, por mi forma de pensar, que según ellas se situaba fuera del mainstream y de toda la cultura de masas. Después de superar la sorpresa que provocó en mí este requerimiento, accedí a darles la entrevista no sin antes recomendarles que no me filmaran, por temor a mostrar mis atuendos sumamente contraculturales: camiseta Lacoste y tenis Converse (ambos chiviados, pero el movimiento underground exige dar una buena imagen)


Tras haber concluido la entrevista, recordé con cierta nostalgia a los contraculturales de antaño: aquellos jóvenes enfadados que crearon el rock ‘n roll producto de la desilusión que recibían del mundo; los admirables hippies que se negaron a ir a una guerra y a morir por un país que los decepcionaba, además de resistirse a los cánones establecidos por la sociedad de crecer, desarrollarse, conseguir un trabajo, un carro, una esposa, tener hijos, jubilarse y morir obesos en sus sillones mientras ven el Super Bowl; la juventud francesa del 68, que arrodilló a todo un país pidiendo más libertad en sus universidades y que grabaron en la memoria mundial los nombres de Nanterre y La Soborna; y ni hablar de los nadaístas, esos desadaptados que soñaban con una felación de Briggite Bardot, mientras el resto de la hipócrita sociedad estaba en misa persignándose. Y allí estaba yo, bajo la mirada acosadora del cocodrilito.

Entonces pensé en los sobresalientes contraculturales del ahora: esos intentos fracasados de europeos, aquellos pseudoargentinos que nos deleitan con su pretencioso discurso dizque nietzscheano, esos valientes que se ufanan de ser anticapitalistas y antineoliberales mientras sostienen una Cocacola en una mano y una hamburguesa de McDonalds en la otra… y basado en ellos hice este manual de normas técnicas que todo buen contracultural contemporáneo (o aspirante a serlo) debe seguir:

1. Comprarse una Cannon 525000 nosequevergas y aprender fotografía. De ese modo, podrá capturar cada una de las tres mil caras de un BOMBILLO o de un TENI (seguramente Converse) y montarlas a Facebook, para que sus otros amigos fotógrafos se extasíen ante la magnificencia de tales obras de arte.

2. Verse Amélie, La naranja mecánica y Réquiem por un Sueño y declararlas rotundamente como las mejores películas de la historia. Es curioso como cualquier pelafustán que se quiere hacer pasar por interesante menciona en sus profundas conversaciones filosóficas a La naranja mecánica.

3. Tomar clases de francés para así acercarse un poco al cumplimiento de su sueño europeo y además poder ver a su amada película Amélie en su idioma original. Todos nuestros amados contraculturales son unos duchos en este idioma, a pesar de que sólo saben decir “Me llamo…” y “Amélie”

4. Volverse vegetariano y martirizarse la vida cada vez que van a Mega Pizzas y ven una pizza de carnes.

5. Leérse Opio en las nubes y luego ponerse en Facebook o en el Messenger alguno de los nombres del personaje de esta Biblia literaria.

6. Ser fiel seguidor de Nietzsche o de algún poeta maldito, ojalá Rimbaud. Esto hará que la masa los note como seres más sombríos y distinga en su pseudointelectualidad una guía para el mundo.

7. Algunos de los más osados aprenden a montar en Skate. Sin comentarios.

Estos son grosso modo, algunos de los aspectos que convierten a cualquier guaricho reggaetonero en todo un contracultural. Y mientras tanto aquí estoy yo, bajo la mirada ahora depresiva de mi cocodrilito y parado sobre mis Converse rojos, ahorrando para poder comprarme una cámara o en su defecto ir a Blockbuster a rentar Amélie. No lo olvide, la forma de ser diferente, es pensando como piensan todos los “diferentes”.


NOTA: si se sintió mal al leer este artículo por no ser lo suficientemente contracultural, no se preocupe, eso tiene solución; entre a Twitter o a Blogspot y cree una cuenta con algún nombre extraño como MundoVagabundo.

martes, 7 de septiembre de 2010

TRAS LOS PECES GORDOS

Finalmente en el país se buscarán los directos responsables de las chuzadas del DAS (Departamento Antidemocrático de Sadismo), en lugar de perseguir inútilmente a los peones pusilánimes de la monstruosa maquinaria estatal. Después de meses de investigación se logró la captura de Martha Leal, ex jefe de investigaciones especiales; Alba Luz Flórez, agente del DAS encargada de infiltrar a la Corte Suprema de Justicia, conocida como la Mata Hari (prueba fehaciente de la sofisticación chichombiana); el ex jefe de inteligencia, Fernando Tabares y demás esbirros de esta organización. Pero todo ha dado un giro inesperado: los dos ex funcionarios y la ex agente han firmado acuerdos, pre-acuerdos y principios de oportunidad para recibir rebajas de penas, a cambio de información valiosa; todo esto con el fin de llegar hasta la cima de la pirámide – pirámide coronada con la silla presidencial del periodo anterior.


Toda la Justicia colombiana ha demostrado que le importa un pepino reducir, inclusive a cero, las penas de los sindicados de categoría media, con tal de encontrar la forma de que los autores primigenios (o más bien, el autor primigenio) de estas horrorosas intromisiones en la privacidad, pague la condena que verdaderamente se merece y no sea simplemente recordado como el infalible artífice de la “gloriosa” Seguridad Democrática. Posiblemente, para algunos la reducción de las penas para los funcionarios del DAS, sea una jugarreta para continuar con los interminables trámites burocráticos, y aunque así lo sea, también es una nueva oportunidad –posiblemente costosa- de hacer que los verdaderos responsables se pudran en la cárcel como bien merecido lo tienen.

¿Pero por qué después de toda una vida de sobornos, trampas y “chanchullos”, la Justicia se empeña en condenar a la intocable élite colombiana?¿Por qué después de tenernos acostumbrados a condenar a pobres sirvientes de la burocracia, irá por los peces gordos? Tal vez la rama judicial se cansó de ser vilipendiada, atropellada por los entes del alto gobierno; tal vez se cansó de ser el hazmerreír y la eterna burla de todo un país. En todo esto juegan un papel muy importante las peleas de nuestro amado ex Presidente con las Altas Cortes, pues estas querellas dictatoriales acabaron desenlazando los sucios acuerdos que siempre han existido entre las ramas del poder nacional.

Pero ni bien vemos una luz al final del túnel, cuando de nuevo las despreciables víboras lanzan de nuevo su asqueroso veneno: las dos empleadas de servicio de la Corte Suprema, que están requeridas para declarar en los juicios venideros fueron amenazadas esta semana para que no contaran nada. ¡Es curioso lo que pasa en este país! Interceptan llamadas de los principales opositores del gobierno, amenazan a los testigos y la “inteligentísima y altamente sofisticada” población colombiana aún cree que son hechos aislados sin importancia, detrás de los cuales no hay ninguna mano moviendo los hilos. Todos los colombianos deberían hacerse una de las preguntas más estúpidas y obvia que se me pueden ocurrir: ¿QUIÉN PODRÍA SER LA PERSONA MÁS INTERESADA EN QUE EL PRESIDENTE NO TUVIERA OPOSICIÓN? Piensen, no se desesperen. Blanco es, gallina lo pone…

Ahora sólo queda esperar. Esperar que los procesos sigan su recto camino; esperar que los testigos tengan la protección necesaria, al menos para llegar a los juicios; esperar que los principales responsables caigan; y esperar, sobre todo, que el sentido común regrese a nuestro país, que la palabra “Seguridad” no sea vista como invasión a la privacidad y que la palabra “Democracia” no se entienda como atentar contra todos los que no piensan como piensa el presidente.