domingo, 17 de octubre de 2010

LAS MENTIRILLAS DE LA SOCIEDAD

Mis queridos Vagabundos, a partir de hoy empezaré una serie llamada Las Mentirillas de la Sociedad, en la cual retrataré las mayores farsas (en mi muy humilde opinión) con las que hemos crecido producto de una educación totalmente amañada y distorsionada. Trataré de actualizar las mentirillas varias veces a la semana (si mi holgazanería así me lo permite), pero tengan en cuenta que mis famosas Musas Pornomiserables no siempre están de buen humor.

Tal vez a algunos les parezcan aburridos mis temas por no ser tan graciosos como los artículos anteriores... a ellos les informo que no soy comediante, y si quieren reírse un rato vayan a ver Los Comediantes de la Noche o Protagonistas de Nuestra Tele.

Primera Mentirilla

La Democracia:
¿Por dónde empiezo? Lastimosamente gran parte de la sociedad tiene una de las ideas más retrógradas, primitivas e infantiles que puedan existir de esta palabra: Democracia es votar para elegir a nuestros líderes. ¡Qué vergüenza!¡Qué decepción! ¡Qué risa! Y basados en esta tonta apreciación, nuestros amados dirigentes se han ufanado de la democracia colombiana, destacándola como una de las mejores de Latinoamérica; si tomamos esta definición de Democracia, la afirmación de los de arriba podría ser verdadera (después de pasar varios exámenes anti-corrupción, lo cual dudo fuertemente), afortunadamente no es la única, ni la verdadera.

Es cierto que votar hace parte de lo que es Democracia, pero no lo es todo. Partiré de la definición etimológica de la palabra, aunque sea doloroso recordarla por la forma en que la olvidamos o la pasamos por alto: Demo-Cracia, significa literalmente “Gobierno del Pueblo”, pues bien, muchos eminentes académicos, dirán “El pueblo es el que vota, por tanto, hay democracia”. Pero ¿qué clase de pueblo es el que vota? No es un pueblo culto, educado y bien mantenido, es un pueblo estúpido, hambriento, cegado, prostituido, es un pueblo vendido a los azares del destino y a la tradición de toda una vida, es un pueblo con miedo, miedo de los que mandan.  Así no puede haber Democracia.

Una de las frases que en mi opinión (en total uso de mis facultades dictatoriales como escritor del blog) retratan lo que es verdaderamente esta hermosa idea, es aquélla de V for Vendetta: “El pueblo no debería temerle a sus gobernantes, los gobernantes deberían temerle a su pueblo”. No la traigo a colación como un recurso en pro de la revolución armada ni de la violencia, es un recurso en pro de la voz del pueblo, dentro de la cual está la verdadera Democracia: ¿hasta dónde los gobernantes temen a su pueblo? ¿Hasta dónde es el Gobierno del Pueblo? ¿Hasta dónde hay democracia?

Y en un campo más abierto, si nos alejamos de la definición etimológica (que no es tan simple como parece) nos encontramos con un concepto ligado estrechamente con nuestro tema: la Heterodoxia. Este maravilloso concepto se remite a la libertad de opinión (Hetero: diferente; Doxa: opinión), a la idea que nace libremente y que es escuchada y respetada en la sociedad, así no se esté de acuerdo con ella. Es escuchar y ser escuchado, es comunicar, es dialogar, es hablar conscientemente buscando el bien común, pero manteniendo la individualidad y las ideas propias sin pasar por encima de las ajenas. Por ende, esto exige ser respetado por el Gobierno independientemente de las opiniones personales (no puedo evitar pensar en las Chuzadas a miembros de la oposición… y todavía se sostiene que hay Democracia). Creo que todos estamos de acuerdo en que la Libertad de Expresión y el respeto no aplican únicamente en períodos electorales.

Vivir en una sociedad democrática es poder levantar una voz de protesta teniendo todas las garantías de seguridad, poder convivir tranquilamente con personas que piensan diferente, sentirse confiado al expresar una opinión, pensar comunmente en el mejor futuro posible; no echar un papelito en una urna cada cuatro años.

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