martes, 23 de noviembre de 2010

NEONARRATIVA CONTRACULTURAL

Queridos vagabundos, de nuevo y como ya es costumbre, debo excusarme par la falta de fluidez en mi blog, sé que muchos de ustedes han estado esperando ansiosamente un nuevo artículo; también sé que con la mentirilla de la Democracia prometí escribir varias veces a la semana… ¡pero por favor!, tanto ustedes como yo sabíamos que eso no iba a pasar. Ahora les presento otro artículo, pero no he declinado con mi intención de seguir con Las Mentirillas de la Sociedad, simplemente están en espera.
Ante ustedes la Neonarrativa Contracultural:
Espero recuerden el Manual de Normas Técnicas para el Contracultural Contemporáneo, pues en éste abordaremos la forma en que ellos escriben, que ciertamente me tiene mamado. Desde hace un tiempo he venido notando la proliferación de cierta narrativa, principalmente entre nuestros queridos contraculturales. Esta pobre estructura, totalmente carente de fondo y con una forma asquerosamente tediosa, cuenta con los principales aspectos pseudo-bohemios tratados anteriormente: un café, como espacio y como bebida, la luna llena, una tarde melancólica, un “vino barato” y una rubia de vestido rojo.
Para poner en práctica todos los conceptos técnicos haré (o intentaré hacer) un relato contracultural:
Oleo de la rubia de vestido rojo:
Estaba en el café de siempre, a la luz de la luna llena, después de un desesperado intento por escapar del desagradable smog de la ciudad y de los indigentes que me solicitaban una moneda. Mientras el sabor de un suave cappuccino corría a través de mi garganta corroída por el vino barato de las noches pasadas, por la puerta principal del recinto entró una diosa, una visión angelical: una rubia de tez suave, labios carmesí, rasgos delicados, cabello como las olas del mar, con una rosa roja puesta entre su deliciosa melena y su oreja, vestida solamente por un evanescente vestido rojo sostenido de sus bien moldeados hombros. Mientras se acercaba al mostrador lanzó hacia mí una desinteresada mirada que destrozó mi alma entera. También pidió un cappuccino.
Mis ojos estaban totalmente imantados hacia su fascinante humanidad y en uno de estos momentos de total sumergimiento, ella volteó y notó mi obvio estado hipnótico.  Permaneció absolutamente despreocupada por mi existencia hasta que bebió enteramente su cappuccino, puso algunos billetes sobre el mostrador, se levantó y me tomó de la mano sin mediar palabra. Casi sin hablar hizo que la llevara a mi apartamento y se entregó a mí en una noche de pasión desaforada.
Sólo recuerdo haber despertado al día siguiente en medio de un olor a sexo y cigarrillo y notar que ya no me acompañaba. Ahora regreso al mismo café todos los días, pero estoy seguro de que nunca regresará.

Queridos vagabundos, he pasado por una de las experiencias más deplorables de existencia; no saben cuán humillante (aunque sumamente fácil) ha sido para mí escribir un (¿)cuento(?) como éste. Todo sea por el arte.
Ahora sí, permítanme analizar tal biblia literaria sólo comparable con obras de magnífico talante como Opio en las nubes:
·         El título es una total aberración.
·         ¿Por qué siempre es en un café? Puedo deducir que los contraculturales no visitan otros sitios que no sean cafés.
·         Siempre es un cappuccino, nunca puede ser un granizado, un tinto o un perico ¿yo qué sé?
·         ¿Vino barato? ¡Hagan vaca y compren trago decente!
·         Rubia de vestido rojo… después hablamos de eso.
·         Buen sexo, por fin algo interesante.
·         En un buen cuento contracultural, la mujer siempre deja tirado al hombre al día siguiente, ¡no, qué novedad! ¿Qué otro secreto del universo me van a revelar? ¿Qué en Saw VII voy a ver a gente torturada? ¿Qué en si voy a cine a ver Harry Potter voy a ver a un niño haciendo magia? ¿Qué Uribe estuvo involucrado en las chuzadas? ¡No me digan! Además, en la vida real, cualquier mujer se quedaría hasta el otro día porque quiere que el tipo conozca a sus amigas y a sus papás… o simplemente para pedirle plata para el taxi ¡Las mujeres así no existen!
·         Todo esto acompañado de frases tan clichés como “Olor a sexo y cigarrillo” ¡por favor!

Definitivamente Fito Páez, Julio Cortázar y Amelie nos jodieron la vida.
Ante esto, yo presento una nueva propuesta de relato, destruyendo todo canon contracultural existente:
Oleo de las alverjas:
Estaba en la plaza de mercado (como es rutinario en mi diario vivir) cargando costales de algarrobas y papas y apenas superando la resaca de la noche anterior (digo resaca para parecer sofisticado, realmente estaba más enguayabado que un bocadillo por la media de guaro que me había bogado con el Betún y el Carepuñal la noche anterior). Mientras me tomaba una Pilsen para pasar mi resaca quiebracocos, vi entrar a la plaza a una belleza angelical digna de otro planeta: una mujer medio negrita, medio india, de 1, 63 de estatura, de pelo crespo negro, con cadenita del sagrado corazón y vestida únicamente con una camiseta de Pintuco y una sudadera verde marranera de Mamá Inés. Llegó hasta mi puesto y pidió, casi sin percatarse de mi existencia, media libra de arroz. Cuando iba a sacar los billetes para pagarme, le dije que se tranquilizara, que la casa invitaba.
Así empezamos a hablar y le invité a mi casa y pasó lo que tenía que pasar… Me desperté rodeado de un olor a Cigarrillo Caribe y a alverjas, pero estaba solo. Me levanté precipitadamente de mi cama y al salir a la sala descubrí que se había llevado todos mis muebles.




4 comentarios:

  1. Jajajaja ¡que sabor!, ¿el ultimo lo escribiste tomando aguapanela con leche?, muy bueno señor.

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  2. Te recomiendo un cuento de Cortázar que se llama la continuidad de los parques o circe... vas a ver que no todo tiene que ver con café aunque de vez en cuando aparece una rubia ;), en cuanto a las mujeres que dejan a un hombre tirado y no quieren que conozcan a sus amigas, papás o incluso a sí mismas, existen (lo digo con conocimiento de causa), y no siempre se roan los muebles, puede ser sólo la billetera... pero me gusta tu artículo, porque genera controversia...y acepto que hago parte de esos que nos hacemos llamar contraculturales, soy una digna representante de la modernidad líquida y no me avergüenza en lo más mínimo, AMO A CORTÁZAR, nada al vino barato y bueno prefiero los atardeceres caribeños que la luna llena… :)...seguí así, no me vayas a decepcionar, esto es orito puro men… Yo soy la editora acordate.

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  3. Juanjo, me encanta leerte, "vagabundo" ♥ :)

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  4. ¡Mierda che! Yo sí que estoy jodida, amo a Cortázar, Fito Paéz y Amelie. También la luna llena y el tinto barato.

    Excelente trabajo muchacho, a seguir este blog se ha dicho.

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